viernes, 17 de diciembre de 2010

LAS ISLAS DE LÉRINS, EN LA PROVENZA




Tras unos días algo ajetreados, me apeteció apartarme de todo y visitar las Islas de Lérins, unas islas en la Provenza Francesa. Aunque son cuatro, tan sólo dos se pueden visitar ya que la Isla de la Tradelière y de Saint-Férreol están inhabitadas. Así pues el primer día viajo desde Cannes hasta la Isla de Santa Margarita con el bañador y un buen libro a cuestas, dispuesta a pasar el día. El trayecto en barco de la compañía Trans Côte D'azur, de aproximadamente una hora de duración, me lleva hasta la orilla de la isla. Empiezo mi ruta por la visita del Fuerte de Santa Margarita, mandado construir por el cardenal Richelieu. El lugar, que servía de prisión antiguamente y que ahora alberga un museo de arqueología submarina, es también famoso puesto que en él podemos encontrar una sala muy especial. En ella fue encarcelado el famoso personaje que inspiró a Randall Wallace para su película protagonizada por Leonardo Dicaprio, El Hombre de la Máscara de Hierro, antes de ser trasladado a la prisión de la Bastilla (sí ,el mito nació en la Provenza y no en París). Después de esta visita, doy un paseo por las avenidas repletas de vegetación hasta llegar a una preciosa playa entre el embarcadero y la Pointe du Batéguier, de aguas tranquilas y cristalinas. Ideal para zambullirme en ellas y también en la lectura de mi libro.
Aunque no hay mucha oferta de restaurantes, La Guérite ofrece la posibilidad de degustar una buena langosta con vistas a la Bahía de Cannes. Inmejorable. Ya por la tarde, un último paseo hasta el mirador Pointe du Dragon antes de volver a zarpar camino de Cannes.

Al día siguiente vuelvo a tomar el barco ,pero esta vez compro los tickets online en Cannes Îles de Lérins. En mi visita a la isla de Saint-Honorat, el primer sitio al que me dirijo es a la Abadía de Lerins, cuyos monjes cistercienses han conseguido mantener la calma frente a las ansias de las inmobiliarias y del turismo. Se puede visitar el monasterio amurallado, las capillas, los fours à boulets (hornos en los que se forjaban las balas), el claustro del siglo XII y el monasterio del siglo XIX. Aprovecho para hacer un parón a mediodía y, entre visita y visita, comer en el Café-Restaurant La Tonnelle, que se encuentra dentro del recinto Nada mejor que acompañar la comida con un vino hecho en la abadía para proseguir con la visita.
Justo antes de salir, es obligatorio pasar por la tienda para comprar Licores de Lerina (verde y amarillo) o un Lérincello, para comprobar de primera mano renombre y calidad. Me dirijo ya al barco de vuelta a Cannes, llevándome de las Islas de Saint-Honorat y de Santa Margarita un buen recuerdo además de algunos licores, y lista para seguir con mi recorrido por la Provenza.

jueves, 9 de diciembre de 2010

CANNES Y SAINT-TROPEZ



Desde niña siempre me ha encantado viajar. Tuve la suerte de estudiar en un colegio francés, por lo que visitaba periódicamente diferentes regiones de Francia. Sin embargo era demasiado pequeña para recordar y apreciar los lugares que visitaba. Siempre he querido volver a viajar allí, ahora que puedo disfrutarlo plenamente, así que he decidido visitar la zona más espectacular de Francia: la Provenza.

Mi intención es recorrer los departamentos de esta maravillosa zona del sudeste de Francia, disfrutando de todas y cada una de las vertientes que nos ofrece la zona: pueblos con encanto, ciudades históricas, playas paradisíacas, gastronomía de fama internacional, establecimientos lujosos, arte y cultura, etc.
Me dirijo en primer lugar a una de las zonas de más renombre internacional tanto en Francia como en Europa y el mundo: la Costa Azul. La Costa Azul, también llamada Riviera Francesa, concentra las ciudades más exclusivas situadas en una parte privilegiada del litoral mediterráneo: Cannes y Saint-Tropez.

Saint-Tropez es una localidad pescadora que se convirtió en un destino vacacional de los artistas de la Nouvelle Vague para convertirse hoy en día en la localidad por excelencia de la Jet Set europea y mundial. Allí todo cabe: arte, cultura, moda y ocio en un mismo día. En Saint-Tropez puedes levantarte, visitar la ciudadela declarada monumento histórico, darte un baño en la playa de Pampelonne y allí comer en el famoso Restaurant Club55 entre celebrities. Por la tarde puedes visitar el Musée de l’Annonciade (que alberga cuadros de pintores vanguardistas de la talla de Matisse o Braque, creados durante sus estancias en la ciudad) o hacer shopping por la Rue Sibille, en la que encontrarás tiendas de primeras marcas como Lanvin, Chanel o Louis Vuitton. La historia ha marcado el ritmo de Saint-Tropez sin destruir su encanto: es una combinación perfecta de exclusividad, autenticidad provenzal, arte y cultura.


Mi siguiente parada en la Costa Azul es Cannes, la ciudad del cine europeo por excelencia. Pero Cannes es mucho más que eso, y me aventuro a descubrir lo que la ciudad tiene que ofrecer. El primer paseo de mi estancia es, sin duda, a lo largo de la bahía, en el Promenade de la Croisette. Además de poder apreciar las escaleras del mítico Palais des festivals et des congrès por las que han pasado los mejores actores internacionales, nos encontramos con grandes hoteles como el Majestic, el Grand Hôtel, el Carlton, o el Palais Stéphanie entre otros. Aprovecho para visitar las boutiques del boulevard: Armani, Chanel, Dior, Prada…un sueño hecho realidad. Después de un paseo, es momento de relajarse y tomar un aperitivo, en el que no pueden faltar las riquísimas olives niçoises. Aunque visitemos la ciudad lejos de las fechas en que se celebra el festival, podemos ir a una de las salas de cine (como por ejemplo el Olympia, de nueves salas) categorizadas como Art et Essai, nombre que reciben las salas de cine destinadas a la promoción del cine independiente y subvencionadas por el estado. Mientras preparo mi próxima visita a las cercanas Islas de Lérins decidido que volveré sin duda, pero esta vez a vivir en primera persona el Festival de Cannes.